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Imagen¿Qué papel desempeñó el Estado argentino en el modelo agroexportador?

La concepción de «granero del mundo» ha llevado a una discusión muy profunda entro del mundo intelectual y con una férrea crítica por parte del revisionismo histórico (con el cual me identifico con autores como Arturo Jauretche o Ernesto Palacio). A mi entender este modelo no corresponde solo al desarrollado por la Generación del 80. La concepción de Buenos Aires como ciudad portuaria ha «naturalmente» llevado el desarrollo de la actividad económica ganadera en pos de los intereses de ese sector. Desde comienzos del siglo 19, se comenzó a exportar carne en salazón, una actividad muy rentable. Lo que sucedió luego de la anexión de Buenos Aires post Pavón fue la constitución de una economía al servicio de Gran Bretaña. Un punto importante fue la instauración de la «Tarifa Parabólica«, con la cual el imperio podía a través de los aranceles de importación y el manejo del flete, desalentar las economías de las ya empobrecidas provincias del interior. Esta concepción, llevó al país a transformarse en -junto a Australia- una colonia económica del Imperio Británico. «El crecimiento país (extender líneas ferroviarias, puertos, diques, puentes, caminos) imponía la necesidad de capital y brazos. Los brazos eran provistos por la inmigración europea y los capitales se ofrecían el mercado internacional. No se hizo así, sino el contrario, lo que debió servir para engrandecernos se convertiría en una máquina de succionar nuestras energías útiles en provecho del extranjero» (Ernesto Palacio, Hist. Politica II).

Sin embargo, no concuerdo para nada con la leyenda negra de «exterminio» en la Campaña del Desierto. Exterminio en aquel momento era la guerra, lisa y llana. Las guerras hasta la finalización de la II Guerra Mundial eran de «ocupación efectiva de territorio». Y ¿Cómo se ocupa efectivamente? con el sojuzgamiento del enemigo -que este se transforme por la fuerza en ciudadano y acate la ley de la fuerza invasora – o el aniquilamiento DE TODAS SUS FUERZAS. Las mujeres y niños del indio fueron trasladados y tomados prisioneros, lo que se «aniquiló» fueron sus fuerzas armadas, en su gran mayoría armados con fusiles que compraban en Chile a cambio del ganado que nos robaban a nosotros, los «wincas«.  La población indígena en la Patagonia no llegaba a 30.000, y esa cantidad de personas en un territorio de tantos kilómetros cuadrados transforma a esa zona como Desierto. La Conquista del Desierto fue el único acierto de los hombres del PAN -el único con los que los revisionistas estamos de acuerdo – dado que nos consideramos antieuropeos. Es paradójico que las ONG mapuches hablen acerca del «genocidio» de Roca, pero no digan nada de  la intención de sus ancestros de anexar a Francia el territorio de la Patagonia Argentina a través de la consagración de Nueva Francia con el accionar del abogado Orélie Antoine de Tounens. Un reino en la Araucania, intentona francesa contrarrestada con la «Pacificación de Araucania». Tampoco se habla de las víctimas de los malones en las poblaciones establecidas por la Primer Campaña de Rosas, de la concepción de la Mujer Blanca que tenían los mapuches, las cuales comercializaban (Al igual que las nativas que eran dirigidas a servicios domésticos de la aristocracia).

Lejos de la polémica, entiendo el dolor de los descendientes de mapuches en fustigar a Roca como la figura central de la Campaña del Desierto, y responsable político de las bajas sufridas por los aborígenes. Pero critico la hasta hoy costumbre de los descendientes en seguir llamándonos «wincas«. Por otro lado hay que reconocer que muchos indios lucharon para el Ejército Argentino al mando de Ignacio Coliqueo (mapuche) y Cipriano Catriel (Pampa). ¿Ellos no eran aborígenes? ¿Quienes los seguían tampoco? Ojalá las tribus sureñas hayan sido como aquellas heroicas Milicias Guaraníes, que defendían nuestro territorio de los bandeirantes en época de la colonia española. Los guaraníes, unos guerreros amigos del español, traicionados por el PAN en la Guerra de la Triple Alianza. 

Roca, sencillamente aprovechó la oportunidad de la distracción chilena en la Guerra del Pacífico, y significo la anexión al territorio nacional de casi un millón de kilómetros cuadrados. Esto fue una verdadera victoria nacional frente a las apetencias chilenas y francesas, zanjando para siempre la disputa de la soberanía. Lamentablemente no pudo aprovecharse la situación para ocupar toda la Isla de Tierra del Fuego, y de esta manera constituirnos en una nación bi-oceánica.